Lamentablemente, las redes sociales están saturadas de “influencers” que abordan temas jurídicos complejos sin contar con un conocimiento profundo y riguroso de la materia.
Esta desinformación masiva ha contribuido a crear confusión, generando consecuencias directas: entre ellas, la decisión del Gobierno Italiano de limitar el derecho a la ciudadanía a muchos descendientes.
La nueva ley no solo no resolvió el problema, sino que lo profundizó.
Por eso, es nuestra responsabilidad colectiva —profesionales y solicitantes— devolverle a la ciudadanía italiana el tratamiento serio que merece, conforme a las exigencias del Estado Italiano, incluso cuando la normativa vigente dista de garantizar claridad o equidad.
En nuestro estudio abordamos este desafío con compromiso y conocimiento. Buscamos soluciones simples a problemas complejos y por eso compartimos algunas recomendaciones clave para ayudarte a elegir con responsabilidad:
1. Asegurate de contratar a un abogado italiano
La legislación italiana requiere una formación y habilitación específicas. Contratar a un gestor o abogado no radicado ni inscrito en Italia puede no solo encarecer el proceso, sino generar errores graves y demoras innecesarias.
2. Verificá la formación real del profesional
En mi caso, no soy abogada, pero soy jurista autodidacta altamente especializada en ciudadanía italiana, con años de experiencia y formación constante.
Trabajo en conjunto con un equipo de abogados y traductores, todos formados por mí y que trabajan exclusivamente para mi estudio.
No soy una simple intermediaria: soy el eje operativo del servicio, con seguimiento directo de cada etapa.
3. No elijas solo por simpatía o títulos
Que un mediador sea abogado en otro país (como Argentina, por ejemplo) no garantiza conocimientos sólidos del derecho italiano o migratorio.
He observado casos serios de mal asesoramiento por parte de profesionales con mucha exposición en redes pero sin habilitación en Italia.
Un asesor o abogado competente debe poder responder con precisión técnica, fruto de años de estudio y experiencia concreta en la materia.
4. Evitá el «efecto influencer»
Ser popular en redes no implica saber resolver un expediente judicial o administrativo.
Los técnicos cobramos por nuestro trabajo, como cualquier otro profesional.
Elegí a tu asesor/a por conocimientos, experiencia y estructura, no por empatía o supuesta generosidad.
Aunque parte de mi labor es educativa, no hago beneficencia. Un servicio gratuito y masivo no es sostenible ni respetuoso con quienes sí abonan por una atención seria y personalizada.
5. Verificá el sitio web y la forma de comunicarse
Un buen profesional:
Tiene un sitio web claro y profesional.
Se comunica con precisión, sin ambigüedades.
Ofrece información técnica, no opiniones personales.
Cita fuentes confiables.
Utiliza canales formales y organizados, no solo redes o chats desordenados.
Desconfiá de servicios ofrecidos solo por WhatsApp, Facebook o Instagram, donde no es posible hacer un seguimiento riguroso de tu caso.
6. Verificá las formas de pago
Es fundamental que los pagos sean trazables, como exige la normativa italiana.
Desconfiá de quienes te propongan pagos en efectivo, especialmente si son fuera de Italia o sin factura.
La factura por los servicios contratados es obligatoria, al igual que un presupuesto claro y detallado antes de aceptar cualquier encargo profesional.
En nuestro estudio ofrecemos diversas facilidades de pago, pensadas para hacer accesible un servicio de calidad sin comprometer su sustentabilidad.
Un servicio que no es económicamente viable tiende a ser deficiente o insostenible con el tiempo.
Además, es importante saber que algunos profesionales trabajan bajo el régimen fiscal forfetario en Italia, lo cual implica que no manejan grandes volúmenes de casos. Esto puede significar que no tienen la experiencia suficiente o la estructura adecuada. Tenelo en cuenta al momento de elegir.
En resumen
Elegí espacios donde te sientas respetado/a, donde la información sea clara y profesional, y donde se valore tu tiempo y tu confianza.
Un servicio serio no se improvisa: se construye con experiencia, conocimiento y compromiso ético.